¿Alguna vez se han sentido reyes del universo? Pues como corredora
me pasó! Cuando terminé mi primer medio maratón, me sentía la mujer maravilla,
uff, única en el mundo! Claro, como todos y cada uno de nosotros, ¿no? Y unos
días después leí en tuiter, que se abrían las inscripciones al maratón de
Berlín, y viendo la página y pensando en la emoción que me provocaba decir
"Berlín", me pregunté si sería posible correr un maratón en poco
menos de un año. Yo, con mis lentitudes... Pero solo necesitaba que alguien me
dijera "Sí" para inscribirme a la carrera y empezar a
pensar que lugares visitar y programarme mentalmente para estar allí. Esa fue
la parte fácil, lo interesante vino cuando hubo que pensar en entrenar en
serio, mejorar mi alimentación, programar carreras de medio maratón, largas
distancias, y sobre todo, preparar la mente para lograr la distancia. Esa
última fue la más difícil y más dura para mí, porque en ese punto ya no se
trata de si tu cuerpo puede o no, se trata de si tú crees que lo lograrás o no,
si tú confías en ti. El reto es vencerse a uno mismo.
Pues bien, el día del vuelo, en el aeropuerto recibí
la sorpresa del equipo para la despedida! Empecé a seguir a los Twiterunners –
por tuiter @twrMexOficial – antes de inscribirme al maratón y luego me fui
integrando aunque viven en diferentes lugares y no entreno físicamente con
ellos, y fueron parte fundamental de mi entrenamiento, soporte técnico y no se
diga el apoyo moral. Estaba mi comadre @mandy_lyciuos, el buen @azkander, el guapo
@daffnys (ah, mi muñeca que vuela!, gracias!), @Mr_Ju23; y recibí mensajes y
llamadas de @Factorlamb @buzzlightrich, @Yakhysita, @germeid, @emmanuel8a,
también me llamaron mis hermanas y otros amigos para despedirme. Por si quieren
saber, esas cosas no se olvidan, fue muy importante. Ah, cierto, no lloré,
estaba tan contenta! =)
Luego, un avión que en unas 12 horas nos llevó a Alemania, más un
vuelo de conexión de otra hora para llegar a Berlín, la capital alemana.
Todavía me produce emoción pensar en Alemania. Vivir unas semanas en un idioma
diferente al materno me parece más que emocionante, me hace feliz. Caminar por
calles con tanta historia, tan viejas, tan destruidas y reconstruidas, y tan
transitadas por gente de todos los lugares del mundo me mueve realmente las
ideas. Una forma de ser más tolerante es conocer otras culturas, su comida, sus
tradiciones, su historia, y si es en su idioma es mejor, porque estructuras las
ideas como lo hacen ellos. Amo aprender idiomas, aún ahora me pregunto donde pagan
por ello.
Como iba diciendo antes de empezar a divagar, llegamos a Alemania
el miércoles por la tarde-noche, derechito a cenar y a dormir. Al día siguiente
nos levantamos temprano para ir a recoger los paquetes. Pero llegamos
muy temprano, no había casi gente, y todavía estaba cerrado, Luego de esperar
media hora, pudimos entrar. La entrega de paquetes estuvo muy bien, y la expo
me pareció bastante grande, sobre todo si consideran que era mi primer maratón
y no escogí cualquiera, se me ocurrió correr uno de los 5 Major Marathons del
mundo.
Saliendo de ahí nos encontramos al famoso Ser @gargal y a su
esposa Karina. A Sergio lo seguía desde hacía tiempo, twiterunner también y a
quien no había conocido en persona a pesar de haber coincidido en otras
carreras (en una de las cuales me animó al llegar yo a la meta, pero no nos
vimos después). Me dio mucho gusto al fin verle en persona, ya no solo por
fotos.
Al día siguiente nos pegó el jet lag finalmente, e hicimos todo lo
que no debíamos, despertarnos tarde para empezar y caminamos una buena parte
del día. Al día siguiente, sábado nos levantamos tempranito a la carrera –
desayuno, de Charlottenburg hacia el estadio olímpico, 6 km, y aunque nos
perdimos y al final llegamos tarde, dimos con el lugar y cubrimos la ruta. Me
dolió la planta del pie izquierdo (tonta lesión). Ahí finalmente encontramos a Arely
@areabi y conocí a Olivia @OliviaZen. Por cierto que Are llevaba cargando las
playeras con que correríamos, de las que Oli organizó impresión y modelo, y Are
nos ayudó a recoger en la Ciudad de México y ahí nos entregó. Que impresión!
Nos tomamos un montón de fotos, venezolanos incluidos y nos fuimos.
Mi amigo Rodrigo ya nos estaba esperando el hostal. Él es un buen
amigo que fue el primero que me dijo “inscríbete!” (y yo aún hice como que lo
pensaba por unas horas) y le dije que si pensaba ir a verme correr. Curiosamente
cuando me dijo eso, él vivía en México a tres horas y media de mi ciudad, Morelia,
y le pregunté en broma si iría. Ahora está en una ciudad alemana a tres horas y
media de Berlín, Lo cual facilitó que efectivamente fuera a verme. Comimos los
tres juntos y caminamos un poco, luego nos reunimos para la foto de todos los
mexicanos que correrían, al frente de la puerta de Brandemburgo. Ahí nos
encontramos de nuevo con Are, Oli y Ser, y conocí a Nora @norisolis y Valeria @valevilla,
al fin junto el famoso #EquipoBerlín! Un poco de fotos, falta de organización
de la embajada mexicana y una ligera lluvia.
Después, a cenar pasta y pizza!
Alguien me dijo, no recuerdo quien, que me veía my tranquila! Tal
vez fue Oli. La verdad yo estaba nerviosa, hasta gripa me quería dar, pero no
había marcha atrás, había decidido que era mi primer maratón y nada podría
evitar que saliera de la línea con todos los corredores. Me había dolido el pie
en la mañana pero no había ido desde tan lejos para no correr. Necedad del
corredor, le llaman. Y la medalla ya tenía una finalidad y un dueño y no podía
irme sin ella.
Cenamos pizza unos, pasta otros y una cervecita para relajar. Yo
probé una con sabor a toronja, recomendación de Karina y Rodrigo que ya la
habían probado, de sabor ligeramente dulce. Luego nos fuimos al hostal y
Juanita le puso una inyección a Are y yo me quedé platicando con Rodrigo y
robándole la señal de internet. Tengo la fortuna de tener amigos muy pacientes.
Y creo que son pacientes porque tengo fama de desesperante. (Eso dicen, pues).
Me dormí un poco nerviosa, dispuesta a disfrutar mi carrera y
repitiéndome: “No te pagan por correr, viniste hasta aquí de forma voluntaria,
disfrútalo! No tengas miedo, si te duele ya veremos… Pudiste con el mal de
montaña y subiste hasta 5,100 msnm… Tanta gente cree en ti, ¿por qué tú no
habrías de hacerlo?”. (Me tenía que convencer, suelo ser mi peor enemigo).
Contrario a lo que esperaba, no me tardé horas en dormir, caí
pronto en un sueño tranquilo, ni siquiera recuerdo si soñé algo. A la mañana siguiente
pasó lo que no pensé: despertamos un poco más tarde de lo planeado, lo cual en
si no fue tan malo, solo que esperábamos tener mayor margen de tiempo. Desayuné
algo (ahora ya no recuerdo que fue, pero seguro fue pan con mermelada y una
manzana). Me hice mis dos trencitas y corrí de falda, porque antes muerta que
sencilla! Salimos al metro y la ventaja de estar tan concentrada en la
logística hizo que dejara los nervios por la carrera un poco de lado. Llegamos
rápido. Ubicamos de forma fácil el camino, había muchos corredores con una capa
azul de plástico, tomándose fotos, caminando, calentando. Hacía frío pero de
los nervios no lo sentía (casi todo el tiempo me quejé de frío, menos ese día).
Ubicamos la salida y decidimos que ya no había realmente tiempo de calentar, sobre
todo porque no sabíamos que tanto teníamos todavía que caminar cada una para su
salida final y bueno, dicha caminata tendría que ser suficiente. Juanita se fue
a su zona y yo a la mía.
Cuando me quedé sola me di cuenta finalmente de que ya estaba ahí!
El momento de salir estaba cerca, solo me quedaba caminar un poco más para
mantener el calor y sentir la emoción en su totalidad. Avanzando vi que había
ropa dejada en las orillas, sudaderas, pants, guantes, incluso tenis y muchas
capas azules de plástico tiradas. Noté que sí hacía frío. Me di cuenta también que
había gente de todos colores, tamaños, edades, había quienes traían mucha ropa y
quienes usaban poca, quienes no traían ni reloj ni música y otros traían casi
el molcajete encima, pero que todos, absolutamente todos estabas contentos,
nerviosos y listos para empezar.
Conocí una pareja inglesa, ella corría su primer maratón y él el
tercero. Me pidieron que les tomar una foto. (Dice mi mejor amigo que soy
incapaz de salir a la calle sola y no conocer a alguien en el camino. A veces
tiene razón). Vi más mexicanos y me saludaron. Me preguntaban de dónde era, me
sonreían. Escuchaba conversaciones en alemán e inglés, me sonreían. Realmente
era una fiesta.
Después puse atención al altavoz que hablaba de la salida,
soltaron una cantidad enorme de globos y dio inicio la carrera. Tardé un buen
rato en pasar la salida.
Todo iba bien, hasta estuve tomando una que otra foto en el camino
hasta que me empezó a doler la rodilla derecha en el kilómetro 8, y decidí no
hacerle caso. ¿Kilómetro 8? ¿Pues qué era nueva o qué? ¿Y qué no me había
tomado una pastilla para el dolor en la mañana, por si acaso? Por lo cual,
concluí: dolor en la rodilla, no en pie lesionado; diagnóstico de situación:
irrelevante. Seguí modelando y sonriendo, todavía íbamos en grupo compacto pero
yo estaba bien contenta, estaba corriendo por Berlín! Tres kilómetros más
adelante me empezó a doler la otra rodilla, lo cual no me hizo gracias pero
mientras no me doliera más y no fuera la lesión, seguiría corriendo. Ya para el kilómetro 21 ya me dolía mucho
más, ya había empezado a caminar y a correr. Quise creer que si caminaba un
poco podía correr más “rápido” por unos minutos, pero la verdad es que no
mantuve ese paso “rápido” mucho tiempo y empecé a estirar y aflojar muy pronto
en la carrera, lo cual me bajó el ánimo bastante pues aún me faltaba la mitad,
y quise llorar. Tenía tiempo que no me dolían las rodillas desde… Desde los
entrenamientos largos! Hace poco descubrí que tengo que poner atención todo el
tiempo como caigo porque caer con el talón me lastima muchísimo las rodillas y
encima parece que no tengo bien marcado el arco del pie. Si no pongo atención
me empieza a lastimar muy pronto. El caso es que pensé que no iba salirme de la
carrera por mucho que me doliera, pues eran las rodillas, no la lesión. El
trato había sido “si me duele la planta del pie, me paro”. Pero no era el pie y
no podía regresar a casa sin medalla!
No recuerdo en que kilómetro fue, pero me detuve en el servicio
médico y pregunté si tenían algún spray para el dolor o ALGO y me dijeron que
no, solo daban masaje para calambres, y luego me ofrecieron una bolsa con gel
frío y anotaron mi nombre y mi numero en un formulario (y por cierto que me
dijeron que hablaba muy bien alemán, que dónde había estudiado, uff! Lástima
que ni con eso se me olvidó el dolor). El detalle con la bolsa fue que ¿cómo iba
a sostener la bolsa en la rodilla y correr-caminar? La boté más adelante con
todo el dolor de mi corazón (y mi rodilla). Ya para entonces me dolía tanto la
izquierda que ya sentía que la derecha no estaba tan grave. Por otro lado
también pensé que el servicio médico no estaba tan chido y que si me caía
desmayada en el camino, cuando menos ya había referencia de que había pedido
asistencia (jaja! Mi segundo nombre es drama.)
Más veces en el camino quise llorar, pero no podía salirme. ¿Cómo
explicarle a mis hermanos y amigos que fui tan lejos para salirme a la mitad?
¿Cómo ponerme la playera de finisher
sin terminar? Y por último, la cuestión motor: ¿Cómo decirle a mi mamá: “no
tuve la fuerza para terminar la carrera pero espero que tú si la tengas para
seguir tu tratamiento”? Mi mamá tiene cáncer. No le digan, pero me da mucho
miedo (y creo que a mis hermanos también). Y ella tiene más. ¿Cómo iba a decirle
a mi mamá que mi dolor de rodillas era más fuerte que soportar quimioterapia y radioterapia?
No creo que pueda serlo, y el tiempo que yo lo soporté tampoco se compara. No
podía salirme. Así llorara iba a cruzar la meta y le iba a cambiar la medalla a
mi mamá por que siguiera su tratamiento. Esa decisión la tomé los días anteriores
al maratón. Ustedes no lo saben pero sucede que mi mamá me dijo solo a mi, que
si tomaría el tratamiento pero a mis hermanos les decía que no todo el tiempo.
Por eso decidí “cambiarle” la medalla por su tratamiento, para reforzar la idea
de que no lo deje. Si no lo saben, no es fácil llevar un tratamiento de esos. Te
bajan las defensas, te quedas sin cabello, se te quita el hambre y te sientes
tan mal que lo que menos quieres es seguir tomándolo.
Eventualmente crucé la meta, hice un tiempo que ni en mi peor
pronóstico esperaba pero crucé la puerta de Brandemburgo y llegué a la meta. Si
llegué! (Ahora que lo pienso, no sé como le hice para medio sonreír a las fotos
de la llegada, si pasando la meta solo quería llorar, demasiadas emociones
diametralmente opuestas).
Al terminar y recibir mi medalla, mi primera parada fue el
servicio médico. Pero tampoco había spray ni pastillas, ni siquiera bolsas con
gel. Me ofrecieron una bebida isotónica (que yo no quería pero tampoco era mala
idea) y mientras llenaron dos guantes con hielo y los amarraron para dármelos.
Salí de ahí con unas tremendas ganas de llorar porque finalmente había
terminado y cruzado por la mítica puerta que tanto imaginé y porque me dolían
las rodillas. Pensé que tal vez así se sentirían las muñecas barbie, con los
brazos partidos para poder doblarlos, pero en mi caso eran las rodillas. Más
quise llorar cuando me di cuenta que todavía tenía que caminar para buscar a
mis amigos, aunque no estaba lejos. Yo los quería AHÍ de inmediato pero no estaban!
Todavía fui a recoger mi paquete de recuperación y solo quería que alguien me
abrazara. Maldita sea, ya había terminado y nadie me abrazaba!
Como pude llegué a la “F” de “Familie” donde habíamos quedado de
vernos, y no los ubiqué de inmediato, otra vez ganas de llorar. Dos pasos más y
ahí estaban (uno no ve cuando no piensa claro). Misteriosamente las ganas de
llorar se me pasaron y solo atiné a llegar y supongo que puse cara de alivio.
Estaban Juanita, Are, Karina, Sergio y Rodrigo esperándome. Me pareció lo mejor del
mundo verlos a todos ahí. Are tenía también la consigna por parte del equipo de
cuidarme, y vaya que lo hizo, no se fue hasta que terminé, tuvo que esperar 2
horas. Sergio y Karina también esperaron y no saben aún hoy, como agradecí ese
gesto y las palabras que me dijo Sergio antes y después del maratón. Juanita
siempre me espera, solo recuerdo que la abracé, le dije que me dolían las
rodillas y que no pude ni llorar del alivio y gusto y no-sé-qué de verlos a
todos. Rodrigo con cara de hambre me estuvo
siguiendo con el iPhone, lo cual fue buenísimo porque sabían que seguía en la ruta.
Y luego todavía pude comunicarme con mi señora madre con su teléfono. Ese
Rodrigo es lo más. Que paciencia todos. Gracias! Luego llegó Vale
@valery_goodface con Anders y nos tomamos unas fotos todavía. Vale corrió su
primer medio ese día y estaba feliz.
Hubo muchísima gente siguiéndome y se los agradezco con el
corazón. Tengo presentes especialmente a Mónica @etseveche, Laurence, Memo Vera
(así se llama @BlackVera), mi hermano mayor Cuitlahuac @cuitlahuac_dg, Luis
Lara @zanakenobi, y la cuenta oficial del equipo @twrMexOficial. Mónica y Cui
estuvieron monitoreando mis avances y poniéndolos por fb (que es del diablo
pero a veces es útil), y Black Vera me estuvo escribiendo mensajes por el mismo
medio, prácticamente iba conmigo. El equipo estuvo siguiéndonos a todos y
esperaron hasta que la última llegó (osea yo). Uy! Cuando leí todo lo que
pusieron me dieron ganas de llorar de nuevo.
Ya en la noche hablé con mi hermano menor Axa @akzaa y fue cuando
finalmente me solté llorando. Resulta que se fueron a desayunar ese domingo mi mamá
y hermanos y a platicar de la carrera, buscando fotos en fb y en la página del
maratón. Traía todas las emociones atoradas. Uno de los mejores días de mi
vida, con todo y achaques.
Ni siquiera tengo que pensar si lo volvería a hacer, ya estoy
haciendo planes. Y por si quieren saber, mi mamá ya empezó el tratamiento
oficialmente. Seguir es menester.