lunes, 5 de noviembre de 2012

42.195 km

¿Alguna vez se han sentido reyes del universo? Pues como corredora me pasó! Cuando terminé mi primer medio maratón, me sentía la mujer maravilla, uff, única en el mundo! Claro, como todos y cada uno de nosotros, ¿no? Y unos días después leí en tuiter, que se abrían las inscripciones al maratón de Berlín, y viendo la página y pensando en la emoción que me provocaba decir "Berlín", me pregunté si sería posible correr un maratón en poco menos de un año. Yo, con mis lentitudes... Pero solo necesitaba que alguien me dijera "Sí" para inscribirme a la carrera y empezar a pensar que lugares visitar y programarme mentalmente para estar allí. Esa fue la parte fácil, lo interesante vino cuando hubo que pensar en entrenar en serio, mejorar mi alimentación, programar carreras de medio maratón, largas distancias, y sobre todo, preparar la mente para lograr la distancia. Esa última fue la más difícil y más dura para mí, porque en ese punto ya no se trata de si tu cuerpo puede o no, se trata de si tú crees que lo lograrás o no, si tú confías en ti. El reto es vencerse a uno mismo. 

Pues bien, el día del vuelo, en el aeropuerto recibí la sorpresa del equipo para la despedida! Empecé a seguir a los Twiterunners – por tuiter @twrMexOficial – antes de inscribirme al maratón y luego me fui integrando aunque viven en diferentes lugares y no entreno físicamente con ellos, y fueron parte fundamental de mi entrenamiento, soporte técnico y no se diga el apoyo moral. Estaba mi comadre @mandy_lyciuos, el buen @azkander, el guapo @daffnys (ah, mi muñeca que vuela!, gracias!), @Mr_Ju23; y recibí mensajes y llamadas de @Factorlamb @buzzlightrich, @Yakhysita, @germeid, @emmanuel8a, también me llamaron mis hermanas y otros amigos para despedirme. Por si quieren saber, esas cosas no se olvidan, fue muy importante. Ah, cierto, no lloré, estaba tan contenta! =)

Luego, un avión que en unas 12 horas nos llevó a Alemania, más un vuelo de conexión de otra hora para llegar a Berlín, la capital alemana. Todavía me produce emoción pensar en Alemania. Vivir unas semanas en un idioma diferente al materno me parece más que emocionante, me hace feliz. Caminar por calles con tanta historia, tan viejas, tan destruidas y reconstruidas, y tan transitadas por gente de todos los lugares del mundo me mueve realmente las ideas. Una forma de ser más tolerante es conocer otras culturas, su comida, sus tradiciones, su historia, y si es en su idioma es mejor, porque estructuras las ideas como lo hacen ellos. Amo aprender idiomas, aún ahora me pregunto donde pagan por ello.
Como iba diciendo antes de empezar a divagar, llegamos a Alemania el miércoles por la tarde-noche, derechito a cenar y a dormir. Al día siguiente nos levantamos temprano para ir a recoger los paquetes. Pero llegamos muy temprano, no había casi gente, y todavía estaba cerrado, Luego de esperar media hora, pudimos entrar. La entrega de paquetes estuvo muy bien, y la expo me pareció bastante grande, sobre todo si consideran que era mi primer maratón y no escogí cualquiera, se me ocurrió correr uno de los 5 Major Marathons del mundo.  
Saliendo de ahí nos encontramos al famoso Ser @gargal y a su esposa Karina. A Sergio lo seguía desde hacía tiempo, twiterunner también y a quien no había conocido en persona a pesar de haber coincidido en otras carreras (en una de las cuales me animó al llegar yo a la meta, pero no nos vimos después). Me dio mucho gusto al fin verle en persona, ya no solo por fotos.
Al día siguiente nos pegó el jet lag finalmente, e hicimos todo lo que no debíamos, despertarnos tarde para empezar y caminamos una buena parte del día. Al día siguiente, sábado nos levantamos tempranito a la carrera – desayuno, de Charlottenburg hacia el estadio olímpico, 6 km, y aunque nos perdimos y al final llegamos tarde, dimos con el lugar y cubrimos la ruta. Me dolió la planta del pie izquierdo (tonta lesión). Ahí finalmente encontramos a Arely @areabi y conocí a Olivia @OliviaZen. Por cierto que Are llevaba cargando las playeras con que correríamos, de las que Oli organizó impresión y modelo, y Are nos ayudó a recoger en la Ciudad de México y ahí nos entregó. Que impresión! Nos tomamos un montón de fotos, venezolanos incluidos y nos fuimos.
Mi amigo Rodrigo ya nos estaba esperando el hostal. Él es un buen amigo que fue el primero que me dijo “inscríbete!” (y yo aún hice como que lo pensaba por unas horas) y le dije que si pensaba ir a verme correr. Curiosamente cuando me dijo eso, él vivía en México a tres horas y media de mi ciudad, Morelia, y le pregunté en broma si iría. Ahora está en una ciudad alemana a tres horas y media de Berlín, Lo cual facilitó que efectivamente fuera a verme. Comimos los tres juntos y caminamos un poco, luego nos reunimos para la foto de todos los mexicanos que correrían, al frente de la puerta de Brandemburgo. Ahí nos encontramos de nuevo con Are, Oli y Ser, y conocí a Nora @norisolis y Valeria @valevilla, al fin junto el famoso #EquipoBerlín! Un poco de fotos, falta de organización de la embajada mexicana y una ligera  lluvia. Después, a cenar pasta y pizza!
Alguien me dijo, no recuerdo quien, que me veía my tranquila! Tal vez fue Oli. La verdad yo estaba nerviosa, hasta gripa me quería dar, pero no había marcha atrás, había decidido que era mi primer maratón y nada podría evitar que saliera de la línea con todos los corredores. Me había dolido el pie en la mañana pero no había ido desde tan lejos para no correr. Necedad del corredor, le llaman. Y la medalla ya tenía una finalidad y un dueño y no podía irme sin ella.
Cenamos pizza unos, pasta otros y una cervecita para relajar. Yo probé una con sabor a toronja, recomendación de Karina y Rodrigo que ya la habían probado, de sabor ligeramente dulce. Luego nos fuimos al hostal y Juanita le puso una inyección a Are y yo me quedé platicando con Rodrigo y robándole la señal de internet. Tengo la fortuna de tener amigos muy pacientes. Y creo que son pacientes porque tengo fama de desesperante. (Eso dicen, pues).

Me dormí un poco nerviosa, dispuesta a disfrutar mi carrera y repitiéndome: “No te pagan por correr, viniste hasta aquí de forma voluntaria, disfrútalo! No tengas miedo, si te duele ya veremos… Pudiste con el mal de montaña y subiste hasta 5,100 msnm… Tanta gente cree en ti, ¿por qué tú no habrías de hacerlo?”. (Me tenía que convencer, suelo ser mi peor enemigo).

Contrario a lo que esperaba, no me tardé horas en dormir, caí pronto en un sueño tranquilo, ni siquiera recuerdo si soñé algo. A la mañana siguiente pasó lo que no pensé: despertamos un poco más tarde de lo planeado, lo cual en si no fue tan malo, solo que esperábamos tener mayor margen de tiempo. Desayuné algo (ahora ya no recuerdo que fue, pero seguro fue pan con mermelada y una manzana). Me hice mis dos trencitas y corrí de falda, porque antes muerta que sencilla! Salimos al metro y la ventaja de estar tan concentrada en la logística hizo que dejara los nervios por la carrera un poco de lado. Llegamos rápido. Ubicamos de forma fácil el camino, había muchos corredores con una capa azul de plástico, tomándose fotos, caminando, calentando. Hacía frío pero de los nervios no lo sentía (casi todo el tiempo me quejé de frío, menos ese día). Ubicamos la salida y decidimos que ya no había realmente tiempo de calentar, sobre todo porque no sabíamos que tanto teníamos todavía que caminar cada una para su salida final y bueno, dicha caminata tendría que ser suficiente. Juanita se fue a su zona y yo a la mía.
Cuando me quedé sola me di cuenta finalmente de que ya estaba ahí! El momento de salir estaba cerca, solo me quedaba caminar un poco más para mantener el calor y sentir la emoción en su totalidad. Avanzando vi que había ropa dejada en las orillas, sudaderas, pants, guantes, incluso tenis y muchas capas azules de plástico tiradas. Noté que sí hacía frío. Me di cuenta también que había gente de todos colores, tamaños, edades, había quienes traían mucha ropa y quienes usaban poca, quienes no traían ni reloj ni música y otros traían casi el molcajete encima, pero que todos, absolutamente todos estabas contentos, nerviosos y listos para empezar.
Conocí una pareja inglesa, ella corría su primer maratón y él el tercero. Me pidieron que les tomar una foto. (Dice mi mejor amigo que soy incapaz de salir a la calle sola y no conocer a alguien en el camino. A veces tiene razón). Vi más mexicanos y me saludaron. Me preguntaban de dónde era, me sonreían. Escuchaba conversaciones en alemán e inglés, me sonreían. Realmente era una fiesta.
Después puse atención al altavoz que hablaba de la salida, soltaron una cantidad enorme de globos y dio inicio la carrera. Tardé un buen rato en pasar la salida.
Todo iba bien, hasta estuve tomando una que otra foto en el camino hasta que me empezó a doler la rodilla derecha en el kilómetro 8, y decidí no hacerle caso. ¿Kilómetro 8? ¿Pues qué era nueva o qué? ¿Y qué no me había tomado una pastilla para el dolor en la mañana, por si acaso? Por lo cual, concluí: dolor en la rodilla, no en pie lesionado; diagnóstico de situación: irrelevante. Seguí modelando y sonriendo, todavía íbamos en grupo compacto pero yo estaba bien contenta, estaba corriendo por Berlín! Tres kilómetros más adelante me empezó a doler la otra rodilla, lo cual no me hizo gracias pero mientras no me doliera más y no fuera la lesión, seguiría corriendo.  Ya para el kilómetro 21 ya me dolía mucho más, ya había empezado a caminar y a correr. Quise creer que si caminaba un poco podía correr más “rápido” por unos minutos, pero la verdad es que no mantuve ese paso “rápido” mucho tiempo y empecé a estirar y aflojar muy pronto en la carrera, lo cual me bajó el ánimo bastante pues aún me faltaba la mitad, y quise llorar. Tenía tiempo que no me dolían las rodillas desde… Desde los entrenamientos largos! Hace poco descubrí que tengo que poner atención todo el tiempo como caigo porque caer con el talón me lastima muchísimo las rodillas y encima parece que no tengo bien marcado el arco del pie. Si no pongo atención me empieza a lastimar muy pronto. El caso es que pensé que no iba salirme de la carrera por mucho que me doliera, pues eran las rodillas, no la lesión. El trato había sido “si me duele la planta del pie, me paro”. Pero no era el pie y no podía regresar a casa sin medalla!
No recuerdo en que kilómetro fue, pero me detuve en el servicio médico y pregunté si tenían algún spray para el dolor o ALGO y me dijeron que no, solo daban masaje para calambres, y luego me ofrecieron una bolsa con gel frío y anotaron mi nombre y mi numero en un formulario (y por cierto que me dijeron que hablaba muy bien alemán, que dónde había estudiado, uff! Lástima que ni con eso se me olvidó el dolor). El detalle con la bolsa fue que ¿cómo iba a sostener la bolsa en la rodilla y correr-caminar? La boté más adelante con todo el dolor de mi corazón (y mi rodilla). Ya para entonces me dolía tanto la izquierda que ya sentía que la derecha no estaba tan grave. Por otro lado también pensé que el servicio médico no estaba tan chido y que si me caía desmayada en el camino, cuando menos ya había referencia de que había pedido asistencia (jaja! Mi segundo nombre es drama.)

Más veces en el camino quise llorar, pero no podía salirme. ¿Cómo explicarle a mis hermanos y amigos que fui tan lejos para salirme a la mitad? ¿Cómo ponerme la playera de finisher sin terminar? Y por último, la cuestión motor: ¿Cómo decirle a mi mamá: “no tuve la fuerza para terminar la carrera pero espero que tú si la tengas para seguir tu tratamiento”? Mi mamá tiene cáncer. No le digan, pero me da mucho miedo (y creo que a mis hermanos también). Y ella tiene más. ¿Cómo iba a decirle a mi mamá que mi dolor de rodillas era más fuerte que soportar quimioterapia y radioterapia? No creo que pueda serlo, y el tiempo que yo lo soporté tampoco se compara. No podía salirme. Así llorara iba a cruzar la meta y le iba a cambiar la medalla a mi mamá por que siguiera su tratamiento. Esa decisión la tomé los días anteriores al maratón. Ustedes no lo saben pero sucede que mi mamá me dijo solo a mi, que si tomaría el tratamiento pero a mis hermanos les decía que no todo el tiempo. Por eso decidí “cambiarle” la medalla por su tratamiento, para reforzar la idea de que no lo deje. Si no lo saben, no es fácil llevar un tratamiento de esos. Te bajan las defensas, te quedas sin cabello, se te quita el hambre y te sientes tan mal que lo que menos quieres es seguir tomándolo.  
Eventualmente crucé la meta, hice un tiempo que ni en mi peor pronóstico esperaba pero crucé la puerta de Brandemburgo y llegué a la meta. Si llegué! (Ahora que lo pienso, no sé como le hice para medio sonreír a las fotos de la llegada, si pasando la meta solo quería llorar, demasiadas emociones diametralmente opuestas).

Al terminar y recibir mi medalla, mi primera parada fue el servicio médico. Pero tampoco había spray ni pastillas, ni siquiera bolsas con gel. Me ofrecieron una bebida isotónica (que yo no quería pero tampoco era mala idea) y mientras llenaron dos guantes con hielo y los amarraron para dármelos. Salí de ahí con unas tremendas ganas de llorar porque finalmente había terminado y cruzado por la mítica puerta que tanto imaginé y porque me dolían las rodillas. Pensé que tal vez así se sentirían las muñecas barbie, con los brazos partidos para poder doblarlos, pero en mi caso eran las rodillas. Más quise llorar cuando me di cuenta que todavía tenía que caminar para buscar a mis amigos, aunque no estaba lejos. Yo los quería AHÍ de inmediato pero no estaban! Todavía fui a recoger mi paquete de recuperación y solo quería que alguien me abrazara. Maldita sea, ya había terminado y nadie me abrazaba!
Como pude llegué a la “F” de “Familie” donde habíamos quedado de vernos, y no los ubiqué de inmediato, otra vez ganas de llorar. Dos pasos más y ahí estaban (uno no ve cuando no piensa claro). Misteriosamente las ganas de llorar se me pasaron y solo atiné a llegar y supongo que puse cara de alivio. Estaban Juanita, Are, Karina, Sergio y Rodrigo esperándome. Me pareció lo mejor del mundo verlos a todos ahí. Are tenía también la consigna por parte del equipo de cuidarme, y vaya que lo hizo, no se fue hasta que terminé, tuvo que esperar 2 horas. Sergio y Karina también esperaron y no saben aún hoy, como agradecí ese gesto y las palabras que me dijo Sergio antes y después del maratón. Juanita siempre me espera, solo recuerdo que la abracé, le dije que me dolían las rodillas y que no pude ni llorar del alivio y gusto y no-sé-qué de verlos a todos. Rodrigo con cara de hambre me estuvo siguiendo con el iPhone, lo cual fue buenísimo porque sabían que seguía en la ruta. Y luego todavía pude comunicarme con mi señora madre con su teléfono. Ese Rodrigo es lo más. Que paciencia todos. Gracias! Luego llegó Vale @valery_goodface con Anders y nos tomamos unas fotos todavía. Vale corrió su primer medio ese día y estaba feliz.

Hubo muchísima gente siguiéndome y se los agradezco con el corazón. Tengo presentes especialmente a Mónica @etseveche, Laurence, Memo Vera (así se llama @BlackVera), mi hermano mayor Cuitlahuac @cuitlahuac_dg, Luis Lara @zanakenobi, y la cuenta oficial del equipo @twrMexOficial. Mónica y Cui estuvieron monitoreando mis avances y poniéndolos por fb (que es del diablo pero a veces es útil), y Black Vera me estuvo escribiendo mensajes por el mismo medio, prácticamente iba conmigo. El equipo estuvo siguiéndonos a todos y esperaron hasta que la última llegó (osea yo). Uy! Cuando leí todo lo que pusieron me dieron ganas de llorar de nuevo.

Ya en la noche hablé con mi hermano menor Axa @akzaa y fue cuando finalmente me solté llorando. Resulta que se fueron a desayunar ese domingo mi mamá y hermanos y a platicar de la carrera, buscando fotos en fb y en la página del maratón. Traía todas las emociones atoradas. Uno de los mejores días de mi vida, con todo y achaques.

Ni siquiera tengo que pensar si lo volvería a hacer, ya estoy haciendo planes. Y por si quieren saber, mi mamá ya empezó el tratamiento oficialmente. Seguir es menester.

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