martes, 19 de abril de 2011

sin título

- ¿Estás enojado conmigo? - le preguntó en su mente - porque... Yo te quiero, ¿sabes? -

No, decirle que le quería no era buena idea. Tal vez diría algo cómo: "porque tú me agradas, ¿sabes?".

Después de leer unas páginas del libro en que se encontraba inmersa, nada era más fácil que pensar en él. Esa cualidad tenía: aparecer siempre entremetido en las lecturas. Ya fuera por haber recomendado el libro, aparecer como algún personaje (parecido, muy parecido o casi parecido), como vago recuerdo o simplemente cuando ella quería hablar respecto de la lectura o comentar una línea y él no estaba cerca. (O cuando no podía buscarle porque no era una hora adecuada. O cuando si estaba y ella no se atrevía... Bueno, tantas formas de aparecer dibujado).

- Pero si yo te quiero! ¿Por qué tienen que ser las cosas así? - Pensó de nuevo.

Pero no supo inventar una respuesta. Entonces siguió leyendo.

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